Dos hechos con sus dos correspondientes breves diálogos definen más o menos el punto en el cual me encuentro; no de la vida exactamente, si no de mi escala de miedos y valores (tó ahí junto; los miedos y los valores, mirándose por el rabillo del ojo a ver quién tiene el abdomen más duro y definido y el mejor gancho de derecha).
Atended, que tiene enjundia. Al menos para todo amante enfermizo de las metáforas o los reproches velados tragicómicos.
HECHO Nº1 – Para que luego digan que los ancianos están chochos:
EXT. UNA CALLE DE GRACIA. DÍA
Francesco Di Nabo Descomunale conduce su ninja a una velocidad inadecuada en una calle peatonal. Lleva de paquete a la Señorita Prozac, hoy visiblemente chutada de sí misma. Van reduciendo velocidad en busca de aparcamiento.
SRTA PROZAC
¿Me bajo ya?
DI NABO
(sonido ininteligible)
La Srta Prozac comienza a bajarse a duras penas de la moto con su falda pantalón afgana, propia del barrio en el que se hayan y que jamás evocó lo que su personalidad es en realidad; pues de haber tenido que llevar algo acorde a su carácter saldría en tanga y con nariz de payaso como único y controvertido atuendo.
Di Nabo acelera antes de que Prozac pise el suelo, de manera que ésta hace equilibrios sobre sí misma apunto de caer en medio de la carretera.
SRTA PROZAC
(en off)
“La palabra “desgraciado” es polisémica”
Junto a ellos pasa un octogenario adorable propio de anuncio de Wherters Original. Nabo se quita el casco y se pone a la altura de Prozac. Octogenario les mira con censura:
OCTOGENARIO
A ver si vamos con más cuidado, porque
has acelerado cuando ella iba a bajarse y
la chica por poco se mata.
DI NABO
Sí… lo sé. Pero ya le dije yo que no se
bajase.
SRTA PROZAC
Pues yo entendí lo contrario…
Y así más o menos es como se resume el final de la relación entre Nabo y Prozac.
HECHO Nº 2 – De patologías contrapuestas.
EXT. PLAZA DE LA VIRREINA. DÍA.
Nabo y Prozac desayunan más animadamente de lo que cabía esperar en una terraza de cafetería. Prozac mira al camarero que les sonríe a ambos atendiendo otra mesa.
NABO
Sigue… sigue mirándole. E totalmente
tu tipo. Por lo pronto, a mí también me cae
bien. Lo apruebo. Si tendrás novio
la próxima vez que te vea, espero
que sea este mismo.
PROZAC
Tú te crees que me lo montaría con
cualquiera con el que tuviera que apagar
y ocultar toda luz del dormitorio hasta
que no se distinguieran ni las siluetas.
NABO
Pues yo credo que sí. Non solo es que
tengas una patología claríssima de
atraczión por los hombres horrendos,
sino que además tienes prejuicios con
los guapos.
PROZAC
Oh, sí… Y eso lo dices porque si tú
estuvieras desfigurado o fueras igual
que un mono, ya te habría pedido en
matrimonio, pero claro… como estás
bueno te mando a cagar.
NABO
Bué… no sería quizás exactamente así
radical. Ma… Creo que tu te conformas
con lo menos pior; mientras yo busco
la perfección; aún subjetiva.
PROZAC
Y así… no nos encontraremos nunca.
NABO
Eccoli qua!
Y esta es la razón por la cual debería empezar a comprar gatos para la dorada vejez de solterona.
No es tan penoso el hecho de no saber lo que se quiere tanto como el hecho de tener una leve idea sumada a la certeza de que uno/una es de tal manera que se construye solo/sola, el laberinto.
De la ficción al set, porque hace falta rodaje.
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