«Te doy un beso ahora y sabe a cointreau con vodka!» o como aprendí a rejalajarme y amar la bomba atómica

Yo no sé intimar, sencillamente bromeo. Esta dualidad aparente – la de no saber si profundizo o me cachondeo – me ha traído numerosos conflictos de diversa índole en mi vida afectiva y social desde que me alcanza la memoria. El humor como mecanismo de defensa en teoría debería ser efectivo, sin embargo lo que no contempla la materia en su versión no práctica es que no todos tenemos el mismo concepto de lo qué es o no divertido. De ahí el nacimiento de los llamados «chistes privados» o de las voces en off que retumban en todo consciente activo mudo cuando tienes una conversación con un extraño.

El pasado viernes viví en todo su explendor una prueba de los fallos que mi mecanismo posee muy a mi pesar, entablando conversación con un ser que en otro esquema de realidad; véase en otras circunstancias vitales, si la geografía y el tiempo hubieran acompañado de base habría sido un colega ideal para irse de cañas, pero que en esta odiosa realidad de jugosos filetes andantes es, simplemente, un completo e inaccesible desconocido. El diálogo, irreproducible dado el grado de pudor que acompaña a la resaca acumulada de varios días de reflexión al respecto, fue breve, grosero, seco, abrupto y zanjado de manera cortante y dolorosa por mi interlocutor, rompiendo en millones de lamentables pedacitos mi dignidad y mis esperanzas de un hipotético momento dulce cual gominola perdida en un cuenco de frutos secos.

Los enigmas que acompañan a la experiencia, nada enriquecedora todo sea dicho de paso, son: ¿dónde se compran frasquitos de elixir de química humana para rociarme con ellos? ¿donde mierdas está el click de la empatía cuando uno lo necesita? ¿por qué tienen los santos huevazos de poner garrafón en un local pseudopijo de Barcelona?

Creo que hay pocas sensaciones más desagradables que la de comprobar que le caes mal a alguien que te cae especialmente bien; quizás sólo que le caes bien a alguien que no soportas. Oh… sí, esa debe de ser peor. Mi interlocutor inaccesible debió de pasarlo mal de veras, en ese caso, de manera que debería sentirme afortunada de no estar en su lugar.

Como odio mis posts ambiguos autobiográficos y mal escritos. Disculpadme, acabo de llegar, los cuadernos de bitacora cuando el mar estaba embravecido y el marinero se había pillado un pedo escandaloso a ron tampoco contaban nada excesivamente coherente.

Acompaño este post de una foto de Roberto haciendo el imbecil en una premiere, porque si Audrey Hepburn se tranquilizaba desayunando en Tiffany’s mi único modo de ver la vida bella es mirar fijamente a Benigni y acabar viendo a un chavalín de seis años en lugar de a un cincuentón histriónico.

11 respuestas

  1. Es una pena no tener acceso a los datos de la conversación, de la cual podríamos extraer poderosas lecciones de qué no hacer cuando alguien nos cae bien (lamento mucho tu desencuentro, Chaplina.)

    De todas formas meter la pata es normal, es el pan de cada día, es algo habitual que nos pasará al menos una vez por día, es… es, eh.. Perdón, me comunican por el pinganillo virtual que no necesariamente todo el mundo tiene que ser como yo…
    Pero pasar, pasa: Dejas caer algo de información extra y resulta que estás dentro del ámbito de lo que la otra persona no puede tolerar: «¿Pues sabes qué? ¡Yo no me hablo con esa chusma que pinta pollas en los lavabos!» (sí, yo también me pregunto por qué la gente no preferirá dibujar Pikachus, pero, al parecer, a los tios lo que más les gusta es dibujar son Gokus en sus libretas y penes en el baño. Algo al respecto dijo Berto un día…)

    No te preocupes. Gente para tomar unas cañas hay… Existen… Estoy casi seguro… El problema es que no me da para beber cerveza, y además no es una bebida que me guste especialmente, aunque últimamente se dice que es muy beneficiosa para la salud. ¡Los cerveceros estáis de enhorabuena!

    Pues eso (resumiendo):
    Lamento el desencuentro.

    Un saludo a ti y a la gente que se haya leído estos cinco párrafos de nada.

  2. me quiero casar contigo y con tu blog.

  3. No creas, Níkrom. Las cañejas cada vez están más caras y los sueldos siguen siendo los mismos. Salió hace unos meses en la revista Qué, así que debe de ser cierto.

    «Yo no sé intimar, sencillamente bromeo»

    Ese es el resumen de mi vida, señorita. Pero confiese, el verdadero sentido de este post es la pregunta que ha hecho del local pseudopijo. Puedo leer su indignación en la forma que ha cerrado ese signo de interrogación.

    Un saludo y a seguir bien.

    PD: Me encanta la etiqueta ‘mierdas en bares’, pero sobre todo la de ‘me duele una teta’. Pure poetry.

  4. «Poeme verité» en cada etiqueta, no lo dude. Y sí, desde luego que todo lo que quería reivindicar es un alcohol más puro y económico para una vida ociosa más digna. Aunque al menos la actuación era lo suficientemente buena como para poder reirte con un botellín de agua en la mano; al menos cuando el/los artistas aún estaban sobre el escenario…

    e-375, pareces un personaje del joven Geroge Lucas. Me alegra que alguien desee esposarse conmigo; no sé por qué, pero me reafirmo: ¡me encanta que me «rosqueen»! Mua, mua.

    Nikrom… debería escribirte un email para que te hicieras un esquema de mi bochorno. Con el fin de que te hagas una idea, de escribirlo, se titularía: «La noche que la caja de mariquitas se pudrió en forma de pasado remoto, insulso y despreciable» <— es telenovelesco sudamericano y cutre, pero se ajusta al «concepto».

    P.D: La Guinness sabe a letrina. Y ya está todo dicho.

  5. Roberto… es muy graciosillo el! me cae nooormal, y ojala yo tenga esa poca verguenza cuando tenga su edad.

    Para empatizar lo unico que nunca debes hacer es innovar, tu repite cosas ke ya se sabe o ke ya alguien ha dicho, asi siemrpe caeras bien.

    Y caer mal a alguien, pues mira que se jodan y tu a lo tuyo, y caer bien a alguien que te cae mal, pues depende, si es amigo de un amigo, pues a aguantar el coñazo y dar largas en caunto puedas, si no, le das puerta na mas que venga, que para la caridad ya estan las monjas

    Y bueno llendo al tema principal de mi reply…

    e-325: CASATE con el blog si kieres, mete tu penecillo de fotografo por el usb de alta capacidad y date por satisfecho, que chaplina es toda mia. AHI QUEDA ESO!

  6. penecillo de fotografo?
    Wow, gracias por lo de fotógrafo.

  7. ya sabes una de cal y otra de arena ^^

  8. ¿¿Qué?? ¿¿Que has lamido la letrina?? ¡Cada día me sorprendes más, Chaplina!

    Opositor, este es un tema triste que comentaba el otro día con una amiga:
    En un tiempo pretérito, anterior a esta crisis, pero aparentemente en otra, los cafés de máquina podían costar 50 o 60 ₧, el cortado en un bar 75-80, el café con leche podía variar, pero generalmente su precio no era superior a las 100₧. Alguna vez podían cobrarte más, pero no era lo habitual.

    Ahora, si buscas alguna máquina que prepare café con sabor a rayos, quizá encuentres alguna que te cobre menos de 83 ₧ (50 cents aprox) o si vas a un bar te cobrarán unas 149 ₧ (90 cents) por un cortado o entre 166-183 ₧ (1 – 1,10 €). Una cerveza en un bar puede costar 500 ₧ (3 €). Tanto es así, que un amigo desarrolló el siguiente axioma: «Al cambio, 1€ son 100₧. Los precios no han cambiado: Lo único que pasa es que ahora cobramos menos» (Me dio cifras, pero mi memoria no alcanza a tanto. De hecho, me sorprende enormemente que los narradores en primera persona recuerden conversaciones enteras en sus libros, cuando para transliterar las conversaciones de hoy tendría que admitir que tengo lagunas o recurrir al lenguaje indirecto.)
    Lo malo del asunto de la subida de precios es que el proceso de preparar café y preparar la leche cuestan lo mismo que antes, y que el precio real de la leche, el café, los beneficios de los granjeros, el salario de los recolectores de café, etc… No puede ser que hayan subido tanto. Entonces, ¿qué justificación hay en la subida de precios?

    Por otra parte, me podría haber ahorrado estas líneas admitiéndolo: Si lo dice el Qué! Pues que debe de ser cierto. Un saludo, Opositor.

    Chaplina:
    Ya sabes que espero ansiosamente tu artículo “La noche que la caja de mariquitas se pudrió en forma de pasado remoto, insulso y despreciable” , ya sea públicamente, en este blog, o de forma privada.
    Peace and Love.

  9. ¿¿Entonces metiste la pata o es que directamente el tío pensó que eras imbécil??

  10. ¡Hola Elio! Cómo me alegro de volver a verte. Pues lo cierto es que metí la pata y sí, él pensó que era imbecil o, cuanto menos maleducada y soberbia, pero ya está todo arreglado.
    Lo que sucede es que la presión de querer agradar a veces nos hace comportarnos de maneras absurdas; con lo facil y grandioso que es ser sencillamente natural.

  11. Estoy suscrito a tu feed, no dudes que sigo conectado con tu blog 😉

    A mi también me ha pasado eso alguna vez (aunque pocas), cuando estás presionado por querer agradar a alguien lo más rápidamente posible puedes cagarla con todo el equipo.

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